CAPÍTULO
2.
- Tengo una buena noticia y otro mala. Por cual preferís que empiece?-
- La buena.- digo Ariadna
- La mala.- protestó Cristina
- Diga primero la mala, por favor – dijo Mercedes suspirando ante la impaciencia de las chicas.
- Su hija ingirió grandes cantidades de droga. Además de alcohol. Eso podría haberle provocado la muerte y mi recomendación personal, es que la tenga lo mas controlada posible. La buena, es que está consciente, desorientada pero consciente.
- Ai, gracias a dios... Podría pasar a verla?
- Si nosotras también queremos verla – digo Sabela
- Solo una persona – respondió el médico.
La
madre de Diana se fue acompañada por el médico para ver a su hija.
La sala de urgencias estaba practicamente sumida en un
silencio total, hasta que abriendo la puerta de un golpe, un grupo de
chicos entraron, rompiendo el respetuoso silencio, que, hasta ahora,
se había formado. El líder del grupo, portaba una gorra colocada
del revés, y giraba constantemente el anillo que llevaba puesto, al
tiempo que le daba caladas a un cigarro. La recepcionista se giró
alarmada y se acercó al grupo de jóvenes con aire autoritario.
- Creo, que resulta bastante evidente, que no se puede fumar en un hospital, por lo tanto rogaría que apagase el cigarro. -
- Oh, si claro, como no. - Respondió él, mientras dejaba caer el cigarro al suelo y lo pisoteaba. Sonrió y haciéndole un gesto al grupo, se acercó al grupo de chicas, que lo miraban con asco.
- Y bien, donde está Diana? - preguntó
- Ingresada. - respondió Miriam secamente tratando de controlar su rabia.
- Pirate Rafa, nadie te quiere aquí... - dijo Cristina con desprecio.
- Me parece que te equivocas al pensar eso bonita – dijo sonriendo con arrogancia. - pero tu amiga, sí que me quiere a mi. O me equivoco al decir que mañana ella faltaba a vuestra maravillosa e importante cita para comprar cierto regalo?
Miriam se volvió hacia
ellas extrañada.
- Ibais a comprar mi regalo? Os prohibí comprarme nada! - dijo Miriam con un tono de voz entre enfadado, y cariñoso.
Cristina le dirigió una
mirada que fulminaría a cualquier persona, pero que a ese chico no
hizo más que provocarle una serena carcajada.
- Ui, parece ser que os he estropeado la sorpresa. -
Los chicos que se
escondían tras él comenzaron a reírse cual monos, y el chico se
pasó una mano por su cabello, despeinando su melena rubia.
Las cuatro chicas
suspiraron y se sentaron en las banquetas. El móvil de Cristina
volvió a sonar y ella se apresuró a sacar su 'blackberry' del
bolsillo. Sonrió cuando leyó el mensaje. “No te preocupes, en dos
minutos estoy en el hospital.” “Eres un cielo.” Respondió.
Sonrió de nuevo y, apoyándose sobre el hombro de Ariadna cerró los
ojos.
'El la miró
boquiabierto, con sorpresa. Se sacudió el pelo y comenzó a secarse
cuando ella ya volvia a su toalla. Fue tras ella y agarrando un
pequeño cordel que caía del nudo del biquini, tiró. Ella gritó
enfadada y se atándose el biquini se giró hacia el.
- Pero tu de que coño vas, cacho cabrón? Quien te crees! - Gritó humillada.
La subida de tono de
Cristina alertó a sus amigas que se levantaron de inmediato y
acudieron a su lado.
- Que pasa aquí? - preguntó Ariadna
- Nada, que el hijo puta este trató de quitarme la parte de arriba del biquini. - respondió Cristina enfadada.
- QUE INTENTÓ QUE? - gritó Sabela
- Eso, quitarme el biquini. -
El las miraba de hito
en hito, como si de un partido de tenis se tratase. De pronto, todas
las miradas se giraron hacia él. Las chicas, lo miraban con odio y
desprecio, mientras que sus amigos, contemplaban sonrientes la
escena.
- No te vuelvas a acercar ella, me oyes capullo? - Dijo Miriam con amenaza.
- Si, si... - respondió el, volviendo a sus toallas.
Las chicas se sentaron
de nuevo y cerraron los ojos relajándose ante el calor del sol. No
pasaron mas de cinco minutos cuando Cristina notó el rocé de
alguien en su hombro. Se giró con rapidez y jadeó boquiabierta.
- Tu otra vez? - Preguntó enfadada.
- Va, venga lo siento. Y si empezamos de cero? Yo soy Hugo. - Digo mostrando una sonrisa, de esas que quedarse mirando.
- Ale, y soy Cristina. Que quieres, que seamos amiguitos? Muy bien, después jugamos a la pita vale?. - respondió ella con ironía.
- Está bien. Pero quedas tú eh. -
- No seas tonto. No pienso perseguirte como si tuviese cinco años. -
- Esta bien. Te perseguiré yo a ti. -Y sonriendo sacó un puñado de algas.
Cristina se levanta de
golpe y comienza a correr, lanzando a sus amigas un montón de arena.
El sonríe al comprobar que su plan marchaba según lo planeado.
Saltó de la toalla y corrió tras ella, hasta estar a la suficiente
distancia como para lanzar las algas. Dio en el blanco. Ella jadeó
en una mezcla entre sorprendida y asqueada.
- Mira como me has dejado! Te voy a matar! - gritó enfadada. Pero, inevitablemente, comenzó a reírse como una tonta.
El fingió ponerse
serio de nuevo y se pasó una mano por el cabello, revolviéndose los
suaves rizos castaños.
- Lo siento, no pretendía darte la verdad. - se acercó a ella con una sonrisa asomando en sus labios.
- Ya, pues resulta que tienes una puntería un tanto equivocada... - respondió ella algo molesta, mientras se sacaba los trozos de alga de la piel – mira, también me has llenado de arena – se quejó.
- Tienes razón... Necesitas un lavado. - Y cogiéndola de improviso la levantó en brazos y se la colgó del hombro, como si no pesase mas que una ligera pluma.
Ella chilló pataleó
como una niña caprichosa, pero el continuaba su camino hacia el mar
impasible. Desde su espalda, observó a sus amigas que, sentadas en
sus toallas, observaban la escena divertidas. Sabela, sacudió la
cabeza, suponiendo lo que sucedería a continuación.
Cristina
levantó la vista, sonriendo, al ver entrar al muchacho moreno en la
sala de espera. Vestía unos pantalones vaqueros, oscuros, combinados
con una camiseta de manga corta blanca. La semi melena castaña le
caía en mechones alrededor de los ojos, color marrón chocolate. El
sonrió al verla y se acercó con paso lento, de quien se acaba de
levantar. Ella se levantó también y lo abrazó con cariño.
- Que tal está Diana? - preguntó él tras darle un suave beso en los labios.
- En principio, bien, acaba de entrar su madre a verla. - dijo ella con tono cansado.
El se
sentó en una de las sillas y ella se apoyó sobre su regazo.
- Que, madrugando, Hugo? - preguntó Sabela con ironía.
- Ya ves... - dijo mientras miraba el reloj. Eran ya las tres de la madrugada.
Con
lágrimas en los ojos, Mercedes, entró en la sala de espera. Se
acercó a las chicas, y para sorpresa de todos preguntó por Rafa.
- Creo que ya se ha ido...- respondió Miriam.
- No, no me ido. - dijo Rafa apareciendo tras Mercedes – que sucede?
- Diana quiere verte.- dijo, arrastrando las palabras.
- Veis chicas? Si que me quieren aquí al fin y al cabo. - dijo en tono burlón.
Cristina
estuvo a punto de responder, pero Sabela le pisó suavemente,
rogándole silencio. No valía la pena discutir. Cristina se levantó
arrastrando a Hugo consigo.
- Yo me voy chicas, si ella no quiere verme, yo tampoco. Estoy harta de todo esto. - dijo con voz triste
- Espera Cris, yo también me voy – dijo Ariadna.
Cristina
la miró sorprendida. Diana y ella eran uña y carne, jamás se
separaban. Supuso, que el hecho de que no quisiese verla, le habría
dolido.
- Okei, vamos?
- Si. - dijo mientras cogía su bolso
- Vosotras os quedais no? - preguntó Hugo que sujetaba con suavidad a Cristina por la cintura.
- Si, un ratito, aunque no tardaremos en irnos. - respondió Miriam.
Los
tres jóvenes salieron del hospital, peor de como llegaron.
- Yo me voy en moto Cris. - dijo Hugo
- Ven a casa, mañana yo no voy al insti. - digo Cristina sonriendo.
El
apoyó su frente contra la de ella, agarrándola por la cintura.
- Eres una mala influencia para mi Cris. -
- Calla idiota, que fuiste tu el que me vició a hacer pellas. - dijo ella separándose - Vienes o no?
- Nos vemos allí. - dijo mientras subía a la moto y arrancaba.
Ariadna,
que había contemplado la escena con gracia la esperaba ya en el
asiento de copiloto del todoterreno. Cristina se acomodó en el
puesto del conductor y arrancó el vehículo, haciendo rugir el
motor. Pensando en como vengarse de su hermano, se dirigió a casa de
Ariadna. El camino transcurrió en silencio, hasta llegar al pequeño
edificio donde vivía Ari.
- Bueno, nos vemos mañana por la tarde no? - dijo Ariadna ya desde su portal.
Cristina
levantó el dedo pulgar, en gesto afirmativo y se dirigió de nuevo a
su casa. Hugo ya la esperaba en el portal, con el casco de la moto en
una mano, y el móvil en la otra. Sonrió al verla y mientras, Cris
buscaba la llave del garaje en su bolso el subió al coche.
- Y bien, como es que no están tus padres hoy? - preguntó el
- Bah, creo que fueron a casa de mis tíos. El caso, es que tenemos la casa para nosotros solos. - dijo ella sonriendo
El
sonrió también y entraron en el garaje. El camino hasta su casa,
transcurrió en silencio. No se necesitaban palabras. Entraron en la
casa ya abrazados. Cristina sentía las manos de Hugo bajo su
camiseta acariciando su espalda. Cerró la puerta de una patada y con
dificultad, se separó de Hugo para abrir la de su habitación.
Entraron en un cuarto, no demasiado grande, pintado en tonos púrpura.
Bajo la ventana, había una cama, repleta de peluches, de cuando
Cristina aun era pequeña. Pegada a la pared, había una larga mesa
de estudio con un ordenador sobre ella. Hugo, cogió en brazos a
Cristina y la sentó sobre la mesa. Continuaron los besos y las
caricias, mientras el le quitaba la camiseta, dejándola caer al
suelo. La blackberry de Cristina sonó varias veces, pero ella la
ignoró. Se abrazó a el y se dejaron caer sobre la cama, dejando que
la noche los consumiera, hasta que llegase la mañana.
¡QUE GENIAL ES! Añsldcnehgr *-*
ResponderEliminarODIO al Rafa este, es que... PUFF... Aunque Diana, de momento, tampoco es que me caiga del todo bien :/
Eso sí, Hugo me encanta :3
Está genial, como siempre, ¡sigue así!
Muchos azucarillos,
Verano Número 16
http://veranonumero16.blogspot.com.es
Ai joo graacias :33 Si a mi también me cae mal e.e jajajajaj SUUUBELO YA.
ResponderEliminar